Wednesday, September 5, 2007

Prohibido Pensar: Territorio Patentado

22 de mayo de 2007

En los últimos días, la conocida empresa de software Microsoft declaró que el sistema operativo libre GNU/Linux supuestamente violaba más de 200 de sus patentes [1]; y que esa era la razón de su alto nivel de calidad, por el cual hoy lo usan la mayor parte de las grandes organizaciones [2].

Aunque afortunadamente todavía no existen patentes de sofware en nuestro país, consideramos que es importante aclarar en esta ocasión algunos conceptos sobre este tema, y explicar por qué razón las patentes de software resultan muy nocivas para cualquier sociedad.

Antes que nada, recordemos que una patente es algo muy distinto del derecho de autor (o copyright): mientras que el copyright concede derechos exclusivos al creador sobre su obra en particular (un libro, una pintura, un software, etc), una patente "protege" algo tan general como un método, un proceso, un estándar, o hasta un concepto [3] [4].

Para dar un ejemplo, el copyright impide que copiemos una novela de García Márquez -sin una licencia de su autor-, mientras que una patente impediría crear cualquier otra novela que se basara en el concepto de "realismo mágico". Y hasta podría existir otra patente mucho más general, que restringiese la creación de cualquier "novela".

Si bien las patentes presentaron cierta utilidad, especialmente para algunas invenciones de existencia física, y dentro del marco histórico en el que fueron concebidas -siglos XVI y XVII-; jamás fueron un elemento determinante en la historia de la mayoría de las artes y de las ciencias, que afortunadamente siempre se desarrollaron sin esta clase de restricciones.

No patentó nunca Newton las ideas que luego revolucionaría Einstein; mucho menos tuvo que pagar regalías Marx para discutir las teorías de Adam Smith. Y por supuesto que jamás enfrentó un juicio Dalí porque André Breton hubiese patentado el Surrealismo. Otro sería el mundo que nos rodea, si las cosas hubiesen funcionado de esa forma.

Y en el ámbito del software, el obstáculo de las patentes resulta aún más grave que en cualquier otro, ya que un programa de computadora es una combinación compleja de cientos de algoritmos, funciones, patrones y formatos. Por eso hoy resultaría casi imposible escribir un programa nuevo, sin reutilizar muchísimos elementos ya descubiertos hace tiempo.

Es por eso que el software nunca ha sido patentable en casi todo el mundo, incluyendo la gran mayoría de los países europeos. Y ni siquiera en los EEUU -hoy el gran impulsor de las patentes de software- existieron hasta los años ’70-’80; con un crecimiento exponencial desde finales de los ’90 [5].

Y aunque parezca irónico, recordemos que hasta la propia Microsoft construyó todo su imperio sobre ideas ajenas, nunca patentadas: por ejemplo sus programas de oficina son muy similares a otros más antiguos (como WordPerfect [6] o Lotus 1-2-3 [7]), y hasta la interfaz gráfica de Windows contiene muchos elementos de las antiguas Apple Macintosh (y hoy, de las nuevas Mac) [8] [9].

El mismo Bill Gates declaró hace algunos años -en un memo interno a sus empleados- que "[de ser por las patentes de software] la industria estaría hoy en una parálisis completa", y que "una pequeña empresa sin patentes propias, se vería obligada a pagar cualquier precio que los gigantes decidiesen imponerle" [10].

Es por estas razones que el anuncio de Microsoft constituye una gran preocupación no sólo para toda la industria del software, sino para el resto de la sociedad, que hoy depende directamente de ella.

Aunque la compañía ya ha admitido públicamente que no es su intención iniciar juicios contra los usuarios de Software Libre [11]-lo que sería muy poco práctico, ya que la mayoría estas patentes son difíciles de defender legalmente-; el objetivo evidente (y casi admitido) es crear miedo e incertidumbre, para así provocar acuerdos de patentes como el que Microsoft cerró recientemente con Novell [12].

En esta clase de "pactos de no agresión", una empresa permite a la otra el uso de sus respectivas patentes (y viceversa), en general a cambio de algún pago por parte de la menos poderosa. Pero de ese modo, se dejan totalmente expuestas a las ONGs, los Estados, las PyMEs y los particulares; que no tienen ninguna patente para ofrecer.

Bajo un modelo como ese, toda la producción de software quedaría monopolizada por cinco o seis proveedores multinacionales -los únicos capaces de negociar acuerdos de patentes en condiciones aceptables-; con todo el resto de la sociedad sujeta a regalías impagables, sobre miles y miles de patentes dudosamente "innovadoras" (y muchas de ellas hasta ridículas) [13] [14] [15].

Esto es, casi sin ningún control para usar y modificar el software; ese mismo software que controla nuestros hospitales, nuestras votaciones, nuestros cajeros automáticos, nuestras escuelas; nuestra identidad y nuestras vidas. Sin ningún control sobre esa misma "sociedad de la información y del conocimiento", de la que tanto se habla.

Por eso desde este artículo llamamos a terminar, de una vez y para siempre, a nivel mundial, con este sistema ridículo de patentes de software; que beneficia a unos pocos en perjuicio de toda la humanidad. Para que el día de mañana puedan aparecer un nuevo Boole, un nuevo von Neumann y un nuevo Turing. En resumen, para que la informática pueda seguir desarrollándose como lo ha hecho siempre, sin "incentivos" tan dudosos como una patente.

En resumen, y como dijo alguna vez Isaac Newton: "Si es que yo pude ver más lejos, fue porque estuve parado sobre los hombros de gigantes" [16]. Esa fue siempre la filosofía que impulsó el desarrollo de las ciencias, de las artes y del pensamiento, a lo largo de la historia de la humanidad: construir sobre lo que otros nos han legado antes.

Hoy esa visión que tan buenos frutos nos ha dado, se ve amenazada por las acciones de verdaderos "enanos" morales, que en contraposición con aquellos "gigantes" que construyeron nuestra historia, preferirían relegar al mundo nuevamente a las cavernas, si con eso pudiesen hacer subir medio punto sus acciones.
Estará en nosotros, y sólo en nosotros, hacer las elecciones correctas para conseguir el futuro que queremos.

Texto de http://www.solar.org.ar/

por Santiago Roza - santiagoroza@gmail.com

(texto publicado bajo las licencias Creative Commons Attribution y GNU FDL; a elección del lector)

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